Antes de acabar las clases quise que los alumn@s probaran pintar con tempera hecha hielo.
Pusimos a congelar pintura en la cajita de hielo y le pusimos un trocito de palo de polo para luego poder cogerla. A los dos días, pintamos un abanico. La pintura se va derritiendo al frotar suavemente y va quedando toda la superficie pintada rápidamente. ¡Más que con pincel!
Una vez recortados los abanicos, los decoraron pegando palillos de dientes y trocitos de materiales de colores.
Aproveché la parte de detrás como tarjeta para desearles un feliz verano a mis niños y niñas.
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